martes, 29 de enero de 2013
martes, 15 de enero de 2013
Concepto y Realidad
El concepto es una cosa y la realidad es otra y existe tendencia a sobreestimar nuestros propios conceptos.
Realidad igual a concepto es algo casi imposible, sin embargo la mente hipnotizada por su propio concepto supone siempre que éste y realidad son iguales.
A un proceso psicológico cualquiera correctamente estructurado mediante una lógica exacta, se le opone otro diferente reciamente formado con lógica similar o superior, ¿entonces qué?
Dos mentes severamente disciplinadas dentro de férreas estructuras intelectuales discutiendo entre sí, polemizando, sobre tal o cuál realidad creen cada una en la exactitud de su propio concepto y en la falsedad del concepto ajeno, ¿mas cuál de ellas tiene la razón?, ¿quién podría honradamente de garentes en uno y o otro caso?, ¿en cuál de ellos, concepto y realidad resultan iguales?
Incuestionablemente cada cabeza es un mundo y en todos y en cada uno de nosotros existe una especie de dogmatismo pontificio y dictatorial que quiere hacernos creer en la igualdad absoluta de concepto y realidad.
Por muy fuertes que sean las estructuras de un razonamiento nada puede garantizar la igualdad absoluta de conceptos y realidad.
Quienes están auto-encerrados dentro de cualquier procedimiento logístico intelectual quieren hacer siempre coincidir la realidad de los fenómenos con los elaborados conceptos y esto no es más que el resultado de la alucinación razonativa.
Abrirse a lo nuevo es la difícil facilidad del clásico; desgraciadamente la gente quiere descubrir, ver en todo fenómeno natural sus propios prejuicios, conceptos, preconceptos, opiniones y teorías; nadie sabe ser receptivo, ver lo nuevo con mente limpia y espontánea.
Que los fenómenos le hablan al sabio sería lo indicado; desafortunadamente los sabios de estos tiempos no saben ver los fenómenos, sólo quieren ver en los mismos la confirmación de todos sus preconceptos.
Aunque parezca increíble los científicos modernos nada saben sobre los fenómenos naturales.
Cuando vemos en los fenómenos de la naturaleza exclusivamente nuestros propios conceptos, ciertamente no estamos viendo los fenómenos sino los conceptos.
Empero, alucinados los tontos científicos por su fascinante intelecto, creen en forma estúpida que cada uno de sus conceptos es absolutamente igual a tal o cual fenómeno observando, cuando la realidad es diferente.
No negamos que nuestras afirmaciones sean rechazadas por todo aquel que esté auto-encerrado por tal o cual procedimiento logístico; incuestionablemente la condición pontificia y dogmática del intelecto en modo alguno podría aceptar que a tal o cual concepto correctamente elaborado, no coincida exactamente con la realidad.
Tan pronto la mente, a través de los sentidos, observe tal o cual fenómeno, se apresura de inmediato a roturarla con tal o cual término cientifista que incuestionablemente sólo viene a servir como parche para tapar la propia ignorancia.
La mente no sabe realmente ser receptiva a lo nuevo, más si sabe inventar complicadísimos términos con los cuales pretende calificar en forma auto-engañosa lo que ciertamente ignora.
Hablando esta vez en sentido Socrático, diremos que la mente no solamente ignora, sino además ignora que ignora.
La mente moderna es terriblemente superficial, se ha especializado en inventar términos hechos dificilísimos para tapar su propia ignorancia.
Existen dos clases de ciencia: la primera no es más que ese podridero de teorías subjetivas que abundan por allí. La segunda es la ciencia pura de los grandes iluminados, la ciencia objetiva del Ser.
Indubitablemente no sería posible penetrar en el anfiteatro de la ciencia cósmica, si antes no hemos muerto en sí mismos.
Necesitamos desintegrar todos esos elementos indeseables que cargamos en nuestro interior, y que en su conjunto constituyen en sí mismo, el Yo de la Psicología.
En tanto la conciencia superlativa del ser continúe embotellada entre el mí mismo, entre mis propios conceptos y teorías subjetivas, resulta absolutamente imposible conocer directamente la cruda realidad de los fenómenos naturales en sí mismo.
La llave del laboratorio de la naturaleza, la tiene en su mano diestra el Ángel de la Muerte.
Muy poco podemos aprender del fenómeno del nacimiento, más de la muerte podremos aprender todo.
El templo inviolado de la ciencia pura se encuentra en el fondo de la negra sepultura. Si el germen no muere la planta no nace. Sólo con la muerte adviene lo nuevo.
Cuando el Ego muere, la conciencia despierta para ver la realidad de todos los fenómenos de la naturaleza tal cual son en sí mismos y por sí mismos.
La conciencia sabe lo que directamente experimenta por sí misma, el crudo realismo de la vida más allá del cuerpo, de los afectos y de la mente.
Samael Aun Weor "La Gran Rebelion"
martes, 8 de enero de 2013
Una vida mecánica
Lo primero que debemos entender es que somos seres mecánicos por naturaleza, tenemos una vida completamente mecánica: comemos todas los días a la misma hora, prendemos la radio siempre a la misma hora para escuchar un programa, nos bañamos apenas nos levantamos, etc, toda una rutina mecánica a la cual estamos apegados.
Debemos saber que las enseñanzas de las culturas antiguas del mundo y de los grandes maestros nos hablan de un despertar, ese despertar esta referido a salir de esa vida mecánica en la cual estamos inmersos, la cual no nos permite ver la verdadera realidad de las cosas.
Lastimosamente, a muy pocas personas les interesa el mundo espiritual,y cuando digo esto no me refiero a una cuestión de creencias sino a un trabajo serio que nos condúsca directamente a este mundo. Las gentes solo viven en la lucha permanente en el día a dia buscando dinero y cosas para su propio beneficio, muy raras veces se ven actos de caridad, solidaridad, etc. Como si esto fuera poco, cuando se habla del mundo espiritual hay gentes que se ríen, se burlan y hasta algunas personas extremadamente materialistas que sienten un odio espantoso por esto.
Resulta indispensable darse cuenta del estado caótico en el cual estamos viviendo, debemos entender que vivir así no es algo normal, y que existe una salida para esto, que es la muerte del EGO. El EGO es el origen del sufrimiento humano, la ira, la codicia,la gula, etc. Solo con la muerte de esos elementos indeseables es posible salir de este estado en el que estamos.
Por lo cual, debemos reflexionar sobre esto, y darnos cuenta de que si queremos un cambio radical en nuestras vidas, debe haber un cambio en nuestro interior.
miércoles, 2 de enero de 2013
La civilización egipcia
Desde el punto de vista gnóstico, en el Egipto de los
faraones se alcanzó un alto grande de arte, ciencia, filosofía y mística. Cada símbolo,
geroglífico , estatua, etc, ofrece un tremendo significado esotérico que
evidentemente escapa a todo tipo de interpretación intelectual.Todos estos significados ocultos nos conducen
indubitablemente al camino de la liberación final.
Conocieron los misterios de
la vida y de la muerte, conocieron la astrología, eran grandes matemáticos y científicos.
Muchos de estos conocimientos se les fueron entregados por las anteriores razas
que poblaron nuestra humanidad, sobre todo la última, que fue la civilización atlante,
de la cual los antiguos egipcios eran descendientes directos, según nos explica
el V:M Samael Aun Weor.
En el Libro de los Muertos egipcio, se habla de la vida después
de la muerte, pero cuando hablan de la muerte no solo hablan de la muerte física
sino también de la muerte psicológica, ósea de los “demonios rojos del Seth”
como se denominan en el mito de Osiris los diferentes yoes que cargamos (ira,
lujuria, codicia, etc)
También se sabe que eran grandes alquimistas, esa ciencia que
según se dice nos permite transmutar el plomo en oro. Esto si bien puede ser
interpretado en forma literal, tiene también un significado simbólico, ya que
en nuestro laboratorio interior, podemos transformar el plomo(el ego) en oro
(el espíritu)
Una de las cosas que vemos habitualmente en los geroglificos
egipcios es a ANUBIS, el Dios del karma, representado con cabeza de chacal o
lobo y cuerpo de hombre, que simboliza la justicia divina, una ley que nos rige
a todos sin excepción.
En la Esfinge, vemos representados los 4 elementos de la
naturaleza: tierra, fuego, aire y agua. Si estudiamos este monumento de fondo, también
contiene el camino para la liberación final
Esta tremenda civilización, al igual que todas las culturas
antiguas del mundo, le dejo un tremendo legado a la humanidad, lamentablemente
entendido por pocos.
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